Frecuentemente la causa de intolerancia a las lentes de contacto no sean las propias lentillas, sino las soluciones para el mantenimiento de las mismas.
De la misma manera que el óptico- optometrista adapta la lente de contacto más conveniente para cada caso, tiene también en cuenta el sistema de mantenimiento más adecuado.
Unas personas pueden tener sequedad ocular y otras por ejemplo una lágrima más grasa, la solución de mantenimiento de elección no será la misma en ambos casos.
En ocasiones la incomodidad en el porte de las lentes de contacto se debe al desarrollo de intolerancia a alguno de los componentes de las denominadas soluciones únicas, en estos casos es necesario el cambio de sistema de mantenimiento por otro más adecuado. En este contexto resaltar la importancia de las revisiones periódicas, que permitan detectar de forma temprana, para así poner remedio a estas situaciones.